martes, 3 de diciembre de 2013

La Europa democrática ante la tiranía de la Banca



LA EUROPA DEMOCRATICA ANTE LA TIRANIA DE LA BANCA.

La eurozona desde la puesta en circulación del euro, como moneda de referencia internacional, es escenario de la nueva correlación de fuerzas económicas del siglo XXI, y coloca a la Unión Europea en un papel decisivo.

La Comisión Europea, desde su fundación, ha comprometido a toda la Unión Europea en el debate histórico de la lucha y defensa de los consumidores a nivel internacional, fundamentalmente con la originaria normativa Mifid, que abrió el camino de dicha protección, sobre todo en productos llamados complejos.

En el interior de la UE la larga figura de su fundadora la CEE, integra todos las aportaciones que  la gran figura del europeísmo irradiaba a su alrededor.  Ahora bien la CEE suponía un escoramiento hacia la Europa de los mercaderes.

Los ciudadanos simpatizan y se alinean libremente con una Unión Europea que integra Política, Económica y Social, y que se nutre de un decidido compromiso con la Democracia como sistema Político, así la UE es vanguardia de la Unión política, económica y social de la democracia a nivel internacional y de la justicia social.

La UE tiene un gran capital histórico forjado por millones de ciudadanos europeos que trabajan por la consecución, tanto de la defensa de la democracia como del ideal del europeísmo, como seña de identidad de la unidad continental entre otras, como la convivencia, el desarrollo libre y pacífico de los pueblos en un crecimiento económico y comercio libre de competencia justa.

¿Qué representan los clientes en la banca internacional?

LA TRANSICIÓN MUNDIAL. El siglo XXI sin duda está siendo, y va a seguir siéndolo en el futuro, el siglo de la nueva correlación de fuerzas en la banca.

Primero el nacimiento de la Unión Europea, con el euro como nueva moneda internacional y al mismo tiempo la explosión económica que ha provocado China, como primera potencia mundial en producción y comercio sitúan estos primeros años sobre todo en el sistema financiero en un proceso de reconversión, que deberá acometer la refundación de una banca internacional, completamente distinta y donde las plazas financieras de Europa y China, deciden  gran parte de la mayoría de los intercambios financieros mundiales y deciden el tráfico y circulación de los movimientos de capitales mundiales.

                        La vigencia de Europa.

Gran parte de la actual construcción europea de forma pacífica se ha debido al movimiento obrero, que a los largo del siglo XX, desde el Tradeunismo inglés y el sindicalismo clásico forjado en la Europa occidental de las posguerras, con miles de luchas industriales que han moldeado una cultura “del trabajo productivo”.

El último tercio del siglo XX, la debilidad del movimiento obrero clásico en Europa, ha provocado un desarrollo exponencial de la “cultura financiera especulativa” contraria a los intereses del trabajo productivo.   Las principales diferencia entre estos 2 movimientos son:

a) cambio de escenario productivo pues la cultura del trabajo productivo ha sido básicamente industrial y la cultura financiera especulativa está centrada en el sector servicios.

b) el ritmo y velocidad del beneficio son diametralmente distintos, la cultura del trabajo productivo en ocasiones tiene una larga  elaboración y costosa obtención de beneficios, pues se basa en un cierta democracia de las relaciones laborales, que llevan conflictos, huelgas, pactos y negociaciones para conseguir la estabilidad y seguridad de la producción.  Es decir la obtención de beneficios es proporcional al grado de acuerdo con los trabajadores y lenta hasta conseguir acuerdos.

Mientras que la cultura financiera especulativa es todo lo contrario:

No necesita apenas estructura, además son estructuras superficiales, aparecen y desaparecen sin límites, no tienen una localización geográfica definitiva, pues la deslocalización y por tanto los cambios de posición son permanentes, y no necesitan discutir, pactar, ni negociar, no hay conflictividad, se basa precisamente en capturación de beneficios al instante, no hay tiempo de luchas, porque no hay ni campo de batalla, ni se conoce al enemigo, pues se basa en la ocultación, el secretismo,  la desaparición de los agentes que laboran pues suelen ser estructuras anónimas de carácter artificial.  En definitiva, favorece y promueve corporaciones empresariales de carácter dictatorial pues ni acepta, ni cumple, ni asume la regulación, y únicamente cumple con los requisitos legales, pero utiliza la legalidad precisamente para incumplirla. Sus asesores y el convencimiento de la falta de exigencias de responsabilidades por parte del Estado, que hace la vista gorda a cambio de “mordidas” a la Inspección, y Gobernantes hacen el resto, es decir, la corrupción galopante del Estado, sería la base de esa obtención de beneficios y sobre todo en la ausencia de negociación, con la contraparte, los clientes. Por supuesto de uno en uno, el cliente no es ningún enemigo.

En la cultura productiva, “el enemigo” para el empresario, son los trabajadortes organizados en sindicatos.

En la cultura financiera el “enemigo” es individual, el cliente, que si decide demandar con un abogado no es ningún peligro, puesto que un insignificante 1-2 % como mucho del total de operaciones mundiales de la banca llegan a los tribunales.

Es la necesaria organización, unidad y formación de un programa internacional de los clientes en la banca la mejor y única salida para los problemas del sector financiero.

Los clientes deben ser el contrapoder de la banca toda vez que el Estado ha decidido en estos años de que parte está, el Estado está de parte de la Banca.  Así pues, Banca y Estado van juntos contra el cliente.  Modificar este 2 contra 1 es nuestro principal objetivo como Asociación, y la función que debemos llevar a cabo para ACF es trabajar a nivel internacional para que el 2 contra 1 pase a ser un 1 contra 2, es decir la Banca sola un 1, y el Estado reconciliado con los Clientes 2, de forma que haya un reequilibrio de fuerzas.

El pacto de los clientes con el sector productivo será la clave para dar la vuelta a la situación, y el terreno de juego donde vamos a disputar el partido.

Si en la cultura  productiva la contraparte de los empresarios son los trabajadores, y son temidos porque tienen acumulados una larga historia de luchas que impide un abuso permanente de la relación laboral, pues hay regulación, convenios y negociaciones colectivas, es decir, hay un reconocimiento de la responsabilidad de los trabajadores como interlocutores de la parte privada (empresas) y de la parte pública (Estado), en la cultura financiera no hay contraparte.

Tanto la banca como el Estado se han encargado de que los derechos de la otra parte aquí seríamos los clientes, que tienen derechos muy generales, pero que administrativamente han sido reconocidos sin contar con su participación en la elaboración, por lo que son de todo punto incompletos.

La ausencia de una de las partes modifica totalmente la correlación de fuerzas, así aquí los contratos no son negociados, ni negociables, como sí lo son en la cultura productiva. Aquí estamos ante contratos de adhesión, el cliente solo puede firmar y después si tiene posibilidad y puede probarlo, deberá acudir a los tribunales, es decir, tiene la salida individual, ante los tribunales, pero en el conjunto de las operaciones financieras mundiales, la batalla del cliente contra la banca es una batalla perdida de antemano precisamente porque no hay una  organización internacional que recoja, aglutine y batalle en defensa de los derechos de los clientes, en definitiva que sea un interlocutor a nivel internacional en foros como el G-20 entre otros, este y no otro debe ser el objetivo de los clientes, situarlos en el escenario internacional como miembro de las Mesas de Negociación de la Banca Internacional, y de las normas de regulación, supervisión y control de los Bancos Centrales sobre y respecto al sistema financiero internacional, entonces SI podremos hablar de un cambio en la correlación de fuerzas, el Estado tiene la palabra, nosotros la obligación de organizarnos, porque es y debe ser nuestra voluntad y concienciación de crecer como colectivo de clientes organizados la respuesta a la tiranía de la Banca Internacional, no tenemos ninguna duda de que ese gran objetivo se va a cumplir en muy poco tiempo, precisamente porque es la principal batalla democrática de la Unión Europea y el gran desafío en estos momentos para salir de verdad de la crisis, hacer que se reconozca a los clientes como el principal sujeto y agente económico en la banca, así lo reconoció esta semana el Presidente de la City, cuando dijo que la banca había pasado de entender que los servicios financieros, y los sueldos de los ejecutivos era la principal razón de la banca en estos últimos años, a entender que efectivamente ahora son los clientes su principal valor y objetivo para todas las entidades bancarias.

Zaragoza a 1 de diciembre de 2013














No hay comentarios:

Publicar un comentario