LA EUROPA DEMOCRATICA ANTE LA TIRANIA DE LA BANCA.
La eurozona desde la puesta en
circulación del euro, como moneda de referencia internacional, es escenario de
la nueva correlación de fuerzas económicas del siglo XXI, y coloca a la Unión
Europea en un papel decisivo.
La Comisión Europea, desde su
fundación, ha comprometido a toda la Unión Europea en el debate histórico de
la lucha y defensa de los consumidores a nivel internacional, fundamentalmente con la originaria normativa Mifid, que abrió el camino de dicha protección,
sobre todo en productos llamados complejos.
En el interior de la UE la larga
figura de su fundadora la CEE, integra todos las aportaciones que la gran figura del europeísmo irradiaba a su
alrededor. Ahora bien la CEE suponía un
escoramiento hacia la Europa de los mercaderes.
Los ciudadanos simpatizan y se
alinean libremente con una Unión Europea que integra Política, Económica y
Social, y que se nutre de un decidido compromiso con la Democracia como sistema
Político, así la UE es vanguardia de la Unión política, económica y social de
la democracia a nivel internacional y de la justicia social.
La UE tiene un gran capital
histórico forjado por millones de ciudadanos europeos que trabajan por la
consecución, tanto de la defensa de la democracia como del ideal del europeísmo,
como seña de identidad de la unidad continental entre otras, como la
convivencia, el desarrollo libre y pacífico de los pueblos en un crecimiento
económico y comercio libre de competencia justa.
¿Qué representan los clientes en la banca internacional?
LA TRANSICIÓN MUNDIAL. El
siglo XXI sin duda está siendo, y va a seguir siéndolo en el futuro, el siglo de
la nueva correlación de fuerzas en la banca.
Primero el nacimiento de la Unión
Europea, con el euro como nueva moneda internacional y al mismo tiempo la
explosión económica que ha provocado China, como primera potencia mundial en
producción y comercio sitúan estos primeros años sobre todo en el sistema
financiero en un proceso de reconversión, que deberá acometer la refundación de
una banca internacional, completamente distinta y donde las plazas financieras
de Europa y China, deciden gran parte de
la mayoría de los intercambios financieros mundiales y deciden el tráfico y
circulación de los movimientos de capitales mundiales.
La
vigencia de Europa.
Gran parte de la actual
construcción europea de forma pacífica se ha debido al movimiento obrero, que a
los largo del siglo XX, desde el Tradeunismo inglés y el sindicalismo clásico
forjado en la Europa occidental de las posguerras, con miles de luchas
industriales que han moldeado una cultura “del trabajo productivo”.
El último tercio del siglo XX, la
debilidad del movimiento obrero clásico en Europa, ha provocado un desarrollo
exponencial de la “cultura financiera especulativa” contraria a los intereses
del trabajo productivo. Las principales
diferencia entre estos 2 movimientos son:
a) cambio de escenario productivo
pues la cultura del trabajo productivo ha sido básicamente industrial y la cultura
financiera especulativa está centrada en el sector servicios.
b) el ritmo y velocidad del
beneficio son diametralmente distintos, la cultura del trabajo productivo en
ocasiones tiene una larga elaboración y
costosa obtención de beneficios, pues se basa en un cierta democracia de las
relaciones laborales, que llevan conflictos, huelgas, pactos y negociaciones
para conseguir la estabilidad y seguridad de la producción. Es decir la obtención de beneficios es proporcional
al grado de acuerdo con los trabajadores y lenta hasta conseguir acuerdos.
Mientras que la cultura
financiera especulativa es todo lo contrario:
No necesita apenas estructura,
además son estructuras superficiales, aparecen y desaparecen sin límites, no
tienen una localización geográfica definitiva, pues la deslocalización y por
tanto los cambios de posición son permanentes, y no necesitan discutir, pactar,
ni negociar, no hay conflictividad, se basa precisamente en capturación de
beneficios al instante, no hay tiempo de luchas, porque no hay ni campo de
batalla, ni se conoce al enemigo, pues se basa en la ocultación, el
secretismo, la desaparición de los
agentes que laboran pues suelen ser estructuras anónimas de carácter
artificial. En definitiva, favorece y
promueve corporaciones empresariales de carácter dictatorial pues ni acepta, ni
cumple, ni asume la regulación, y únicamente cumple con los requisitos legales,
pero utiliza la legalidad precisamente para incumplirla. Sus asesores y el convencimiento de la falta
de exigencias de responsabilidades por parte del Estado, que hace la vista
gorda a cambio de “mordidas” a la Inspección, y Gobernantes hacen el
resto, es decir, la corrupción galopante del Estado, sería la base de esa
obtención de beneficios y sobre todo en la ausencia de negociación, con la
contraparte, los clientes. Por supuesto de uno en uno, el cliente no es
ningún enemigo.
En la cultura productiva, “el
enemigo” para el empresario, son los trabajadortes organizados en sindicatos.
En la cultura financiera el
“enemigo” es individual, el cliente, que si decide demandar con un abogado no es ningún peligro, puesto que un insignificante 1-2 % como mucho del total de
operaciones mundiales de la banca llegan a los tribunales.
Es la necesaria organización,
unidad y formación de un programa internacional de los clientes en la banca la
mejor y única salida para los problemas del sector financiero.
Los clientes deben ser el
contrapoder de la banca toda vez que el Estado ha decidido en estos años de
que parte está, el Estado está de parte
de la Banca. Así pues, Banca y Estado
van juntos contra el cliente. Modificar
este 2 contra 1 es nuestro principal objetivo como Asociación, y la función que
debemos llevar a cabo para ACF es trabajar a nivel internacional para que el 2
contra 1 pase a ser un 1 contra 2, es decir la Banca sola un 1, y el Estado
reconciliado con los Clientes 2, de forma que haya un reequilibrio de fuerzas.
El pacto de los clientes con el
sector productivo será la clave para dar la vuelta a la situación, y el terreno
de juego donde vamos a disputar el partido.
Si en la cultura productiva la contraparte de los empresarios
son los trabajadores, y son temidos porque tienen acumulados una larga
historia de luchas que impide un abuso permanente de la relación laboral, pues
hay regulación, convenios y negociaciones colectivas, es decir, hay un
reconocimiento de la responsabilidad de los trabajadores como interlocutores de
la parte privada (empresas) y de la parte pública (Estado), en la cultura
financiera no hay contraparte.
Tanto la banca como el Estado se
han encargado de que los derechos de la otra parte aquí seríamos los clientes, que tienen derechos muy generales, pero que administrativamente han sido
reconocidos sin contar con su participación en la elaboración, por lo que son
de todo punto incompletos.
La ausencia de una de las partes
modifica totalmente la correlación de fuerzas, así aquí los contratos no son
negociados, ni negociables, como sí lo son en la cultura productiva. Aquí estamos ante contratos de adhesión, el cliente solo puede firmar y después si
tiene posibilidad y puede probarlo, deberá acudir a los tribunales, es decir, tiene la salida individual, ante los tribunales, pero en el conjunto de las
operaciones financieras mundiales, la batalla del cliente contra la banca es
una batalla perdida de antemano precisamente porque no hay una organización internacional que recoja,
aglutine y batalle en defensa de los derechos de los clientes, en definitiva que
sea un interlocutor a nivel internacional en foros como el G-20 entre otros,
este y no otro debe ser el objetivo de los clientes, situarlos en el escenario
internacional como miembro de las Mesas de Negociación de la Banca
Internacional, y de las normas de regulación, supervisión y control de los
Bancos Centrales sobre y respecto al sistema financiero internacional, entonces
SI podremos hablar de un cambio en la correlación de fuerzas, el Estado tiene
la palabra, nosotros la obligación de organizarnos, porque es y debe ser
nuestra voluntad y concienciación de crecer como colectivo de clientes
organizados la respuesta a la tiranía de la Banca Internacional, no tenemos
ninguna duda de que ese gran objetivo se va a cumplir en muy poco tiempo,
precisamente porque es la principal batalla democrática de la Unión Europea y
el gran desafío en estos momentos para salir de verdad de la crisis, hacer que
se reconozca a los clientes como el principal sujeto y agente económico en la
banca, así lo reconoció esta semana el Presidente de la City, cuando dijo que
la banca había pasado de entender que los servicios financieros, y los sueldos
de los ejecutivos era la principal razón de la banca en estos últimos años, a
entender que efectivamente ahora son los clientes su principal valor y objetivo
para todas las entidades bancarias.
Zaragoza a 1 de diciembre de 2013
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