viernes, 14 de septiembre de 2012

AUDITORIA, SECRETO BANCARIO E INDEPENDENCIA. (Banca: Ejecutivos frente a Clientes 3)


En la crisis financiera internacional, pero especialmente en la crisis financiera española, hay una cuestión de gran trascendencia, y es el papel de los auditores

Se les ha llegado a acusar de mentirosos, ha llegado a tal grado de descrédito la confianza en los auditores, que Bruselas impuso que tres auditores independientes, revisaran las cuentas de la banca española. Deloitte, lleva 20 años revisado las cuentas del 90% del sistema financiero español, las otras tres  PwC, E&Y y KPMG llevan el resto.

La pregunta es, ¿pueden los auditores independientes, decir que las 4 grandes firmas de auditoria que certifican las cuentas anuales de la banca española mienten, que no son correctos los datos que firman? Y siguiente pregunta, si los datos que han firmado las auditoras a la banca española, son correctos, ¿cómo es posible que hayan entrado en pérdidas, y en quiebra técnica una parte de nuestro sistema financiero incapaz de sobrevivir sin ayudas del Estado?
La clave como siempre es el valor de los activos, y la manera de gestionar y contabilizar los riesgos contraídos.

¿Por qué no ha habido salvo en el caso de Bankia (y ya al final del proceso), salvedades contables a la hora de firmar las cuentas en las Cajas de Ahorros?, ¿iba implícito en el contrato de auditoría firmar las cuentas y a cambio de ello cobrar la correspondiente minuta, sin hacer salvedades contables? Y si era así, -o al menos así lo parece pues no ha habido contradicciones entre los auditores y los Consejos de Administración, y mucho menos enfrentamientos-, ¿qué autoridad tienen dichas auditorías, que no son capaces de decir NO a aquellos que les pagan, a cambio de su firma cómplice en cuentas que han devenido catastróficas?. ¿No es acaso una compra de su silencio?, ¿no es entrar en lo que los suizos durante años, han llamado la política del “secreto bancario”?. Secreto bancario, que ha devenido finalmente, en un paraíso fiscal durante décadas, que solo los norteamericanos han roto, al investigar y perseguir a multimillonarios y empresas estadounidenses, que evadían capitales, y se refugiaban en el búnker del impenetrable secreto bancario suizo.

De otra parte, si dicen que son correctos los datos de las 4 grandes auditoras, para qué habrá servido el trabajo de los auditores independientes? ¿Nos vamos a encontrar ahora con que los auditores independientes, NO van a tumbar los criterios que han certificado durante décadas, las 4 grandes firmas de auditoría?, ¿les va a temblar la mano y van a caer en el corporativismo, que todo lo justifica por ser colegas de profesión?.

¿Va a quedar en entredicho su profesionalidad, por que técnicamente aprueban la contabilidad ficticia que les han entregado para revisar?. 
Y si se nos dice que no hay nada de contabilidad ficticia, entonces ¿por qué con unas cuentas inmaculadas, de la noche a la mañana, ha desaparecido y se ha tenido que reconvertir el 50 % del sistema financiero español?. Si sus cuentas eran tan saneadas, como decían los auditores cada año al firmar su consentimiento, y aprobaban los beneficios de las entidades, ¿cómo es posible, que en escasos meses se hayan convertido en pérdidas?.

De la profesionalidad y realismo a la hora de valorar las cuentas, depende la solvencia o la insolvencia de las Entidades Financieras, y por ende el futuro de sus ejecutivos. El problema fundamental será la pugna por resolver los conflictos de interés, que colisionan a la hora de las valoraciones.

El gran reto al que los auditores se enfrentan, es a ser lo que realmente dicen ser, independientes. Por ello han sido contratados, pero además no deben olvidar que todo auditor, no puede ser otra cosa que independiente, porque si no es independiente deja de ser auditor, para formar parte de la empresa a la que audita, su independencia está en juego y con ella la independencia del país. 

No puede haber un país independiente, si no cuenta con unas cuentas reales de su sistema financiero. Cuentas hechas desde la independencia y profesionalidad de una firma externa, que avala la veracidad de las cuentas. 

En definitiva no tiene futuro un país si se construye en base a mentiras sobre su sistema financiero, porque al final la realidad acaba imponiendo de forma trágica y rotunda su poder de convicción. Como se suele decir en estos casos, a la fuerza ahorcan.

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