En
la crisis financiera internacional, pero especialmente en la crisis
financiera española, hay una cuestión de gran trascendencia, y es
el papel de los auditores.
Se les ha llegado a acusar de mentirosos,
ha llegado a tal grado de descrédito la confianza en los auditores,
que Bruselas impuso que tres auditores independientes, revisaran las
cuentas de la banca española.
Deloitte, lleva 20 años revisado las cuentas del 90% del sistema
financiero español, las otras tres PwC, E&Y y KPMG llevan
el resto.
La
pregunta es, ¿pueden los auditores independientes, decir que las 4
grandes firmas de auditoria que certifican las cuentas anuales de la
banca española mienten, que no son correctos los datos que firman?
Y siguiente pregunta, si los datos que han firmado las auditoras a la
banca española, son correctos, ¿cómo es posible que hayan entrado
en pérdidas, y en quiebra técnica una parte de nuestro sistema
financiero incapaz de sobrevivir sin ayudas del Estado?
La clave como siempre es el valor de
los activos, y la manera de gestionar y contabilizar los riesgos contraídos.
¿Por
qué no ha habido salvo en el caso de Bankia (y ya al final del
proceso), salvedades contables a la hora de firmar las cuentas en las
Cajas de Ahorros?, ¿iba implícito en el contrato de auditoría
firmar las cuentas y a cambio de ello cobrar la correspondiente
minuta, sin hacer salvedades contables? Y si era así, -o al menos
así lo parece pues no ha habido contradicciones entre los auditores
y los Consejos de Administración, y mucho menos enfrentamientos-,
¿qué autoridad tienen dichas auditorías, que no son capaces de
decir NO a aquellos que les pagan, a cambio de su firma cómplice en
cuentas que han devenido catastróficas?. ¿No es acaso una compra de
su silencio?, ¿no es entrar en lo que los suizos durante años, han
llamado la política del “secreto bancario”?. Secreto bancario, que ha devenido finalmente, en un paraíso fiscal durante décadas, que solo los
norteamericanos han roto, al investigar y perseguir a
multimillonarios y empresas estadounidenses, que evadían capitales,
y se refugiaban en el búnker del impenetrable secreto bancario
suizo.
De
otra parte, si dicen que son correctos los datos de las 4 grandes
auditoras, para qué habrá servido el trabajo de los auditores
independientes? ¿Nos vamos a encontrar ahora con que los auditores
independientes, NO van a tumbar los criterios que han certificado
durante décadas, las 4 grandes firmas de auditoría?, ¿les va a
temblar la mano y van a caer en el corporativismo, que todo lo
justifica por ser colegas de profesión?.
¿Va a quedar en entredicho su profesionalidad, por que técnicamente
aprueban la contabilidad ficticia que les han entregado para
revisar?.
Y si se nos dice que no hay nada de contabilidad ficticia,
entonces ¿por qué con unas cuentas inmaculadas, de la noche a la
mañana, ha desaparecido y se ha tenido que reconvertir el 50 % del
sistema financiero español?. Si sus cuentas eran tan saneadas, como
decían los auditores cada año al firmar su consentimiento, y
aprobaban los beneficios de las entidades, ¿cómo es posible, que en
escasos meses se hayan convertido en pérdidas?.
De
la profesionalidad y realismo a la hora de valorar las cuentas,
depende la solvencia o la insolvencia de las Entidades Financieras, y
por ende el futuro de sus ejecutivos. El problema fundamental será
la pugna por resolver los conflictos de interés, que colisionan a la
hora de las valoraciones.
El
gran reto al que los auditores se enfrentan, es a ser lo que
realmente dicen ser, independientes. Por ello han sido contratados,
pero además no deben olvidar que todo auditor, no puede ser otra
cosa que independiente, porque si no es independiente deja de ser
auditor, para formar parte de la empresa a la que audita, su
independencia está en juego y con ella la independencia del país.
No puede haber un país independiente, si no cuenta con unas
cuentas reales de su sistema financiero. Cuentas hechas desde la
independencia y profesionalidad de una firma externa, que avala la
veracidad de las cuentas.
En definitiva no tiene futuro un país si
se construye en base a mentiras sobre su sistema financiero, porque
al final la realidad acaba imponiendo de forma trágica y rotunda su poder de convicción. Como se suele decir en estos casos, a la fuerza ahorcan.
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